El Museo de las Gemas, toda una joyita

Artículo para la revista el Observador

En la España de la Edad Moderna, en los años de reinado de los austrias menores en el siglo XVII, los monarcas gustaron de rodearse de privados, validos o favoritos. Esta figura de las monarquías autoritarias la ejercían personas de plena confianza, miembros de la alta nobleza, que ejercían el papel del rey ante la dejadez de funciones de la que algunos hacían gala.

Más preocupados los soberanos de recepciones, actividades lúdicas, como la caza o el juego, algunos mandatos de estos privados han pasado a la historia por el ejercicio del gobierno en beneficio propio, puro interés por el lucro personal, en las intrigas palaciegas, en la corrupción generalizada y en el nepotismo de la venta de cargos a familiares, así como en el expolio y desfalco del tesoro nacional.

Los paralelismos entre el mandato de Francisco de la Torre y el reinado de Felipe III y el duque de Lerma generan un déjà vu perverso para Málaga.

Varios siglos después Francisco de la Torre recupera los peores episodios de la leyenda negra española. Nuevamente unos privados de su confianza llevan a cabo el conocido como Museo de las Gemas en Tabacalera. Esta acción del gobierno del PP se está convirtiendo en un pozo sin fondo para las arcas municipales. Lo que llamamos en Málaga una auténtica joyita.

A los 30 millones de euros del proyecto de rehabilitación del edificio, que hemos tenido que pagar los malagueños, hay que sumarle otros casi 9 millones a pagar entre 2007 y 2012, según recoge el contrato, y que supone otra cantidad tan oscura como el carbón o, en cuestión de gemas, como la turmalina negra.

La desastrosa gestión firmada por el rey pasmado no queda ahí. Una verdadera ruina de futuro para las arcas municipales. El alcalde compromete al Ayuntamiento a costear la luz, el agua del edificio, la conservación, el mantenimiento al museo de los privados. Eso sí, éstos hacen frente a la limpieza del interior del edificio. Menos mal que han tenido un detalle con los malagueños, y no entendemos cómo De la Torre permite tal generosidad.

Pero puede ser que alguno sigua poniendo aún en duda las intenciones del negocio que algunos nobles pretenden hacer a través de la ineficacia y la mala gestión del PP, por lo que tiene que tener en cuenta que en la explotación del futuro museo los privados se reservan poner el precio de las entradas que estimen, así como el 93 por ciento de los ingresos, cediendo únicamente al Ayuntamiento el 7 por ciento.

El noble proyecto, en sana ironía, ha sido rechazado en otras ciudades españolas como Valencia, ya que sus gobernantes no veían luz al final del túnel, ya que los dueños de la colección exigían, exigían y exigían más cantidades sin fijar un coste total final.

Pero Francisco de la Torre, en su generosidad y bondad con el dinero de los malagueños, ha colocado en su despacho, junto a la suya, una mesita petitoria para que se siente un miembro de Art Natura.

Lejos quedan ya las promesas del alcalde sobre el número de visitantes para el año 2009, en las que se contemplaban unas visitas de 648.900 personas para el año pasado y de 688.000 personas para 2010. A día de hoy, nadie ha entrado. Pero de lo prometido por Francisco de la Torre, como los señores lectores saben, es mejor no creerse nada.

Como en el caso de Felipe II respecto a su heredero, la historia se repite en la Casona del Parque: “mucho me temo que me lo han de gobernar”.

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