El gusto por las chapuzas del alcalde


La riqueza ligüística del español es infinita. Dependiendo del país las palabras alcanzan uno u otro significado. Por ejemplo, en España chapuza significa “obras hechas sin arte ni esmero”, y sin embargo en México el significado es de “estafa”. Pero una vez conocidos los ejemplos que voy a citar el lector puede pensar que también es una “estafa” respecto a la gestión eficaz que debe tener una administración pública, obras que se realizan con los impuestos ciudadanos “sin arte o esmero”.

En Málaga ocurre que un proyecto ilusionante para el futuro de la ciudad se convierte, debido a las tácticas y estrategias del alcalde, en una chapuza. Así el PGOU, cuya revisión comenzó hace 7 años, que debió ser pactado con agentes económicos y sociales, con grupos políticos y tejido asociativo, a día de hoy, aún sigue sin ser aprobado por la inseguridad jurídica que generaba.

Una chapuza que el plan urbanístico del futuro de Málaga se haya convertido, en un puzzle de 13 convenios, alguno ya imposible de materializar y, por otro, en una suma de intereses oscuros que sólo benefician a unos pocos.

Otras chapuzas, en cambio, responden a la dejadez de funciones y a la falta de control con el que se realizan trámites administrativos y obras en la ciudad.

En Málaga ocurre que una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) da la razón a unos propietarios afectados por unas expropiaciones mal hechas por el Ayuntamiento de Málaga, lo que ha puesto en riesgo la futura expansión del área de reserva del Parque Tecnológico de Andalucía (PTA).

En Málaga ocurre que otra sentencia del TSJA haya concluido que la declaración de utilidad pública apoyado por el PP en el año 2002 haya sido considerada contraria a la ley y por lo tanto sepulte definitivamente el centro hispano ruso en San Antón.

En Málaga ocurre que después de que el alcalde del PP ha tenido durante 10 años los cines Andalucía como equipamiento cultural para la ciudad e iniciada su expropiación haya cambiado 5 veces de criterio y al final se lo devuelva a sus propietarios.

En Málaga ocurre que cualquier día de lluvia el pabellón Martín Carpena tienen que poner cubos en la cancha por las goteras. Esa es la lamentable imagen que desde hace años soportan los usuarios del pabellón deportivo y que evitó que el partido UNICAJA fuese retransmitido.

En Málaga ocurre que se entregan 92 viviendas de protección oficial realizadas por el Ayuntamiento en Soliva con humedades, sin electricidad, sin ascensor, y las VPO de García Grana para discapacitados sin puertas estrechas ni cuartos de baños adaptados.

En Málaga ocurre que, al parecer, se pagan unas obras que no se han realizado en la carretera Azucarera – Guadalhorce y que envuelve en una maraña judicial la gestión realizada por el Ayuntamiento de Málaga del dinero público.

En Málaga ocurre que unos ladrones entran en la Junta Municipal de Distrito de Campanillas y se llevan lo que encuentran a mano, desde material informático a equipos de sonido pagados con impuestos de los malagueños.

Ocurre que cuando la oposición pregunta por el material sustraído esa información no se facilita e incluso se dice que es acto de unos simples gamberros. Deben ser los mismos que ya entraron en el centro social municipal de Campanillas y los que ya robaron en el centro cultural Beltrán Lucena del Ayuntamiento y se llevaron los aparatos de gimnasia.

En Málaga ocurre que cuando se plantea la ampliación del centro social de calle Cañaveral, las obras comienzan diez años después y no se contempla la necesidad de contar con teléfonos o que el montaje eléctrico previsto no cumple con la normativa. En Málaga ocurre que una biblioteca en Churriana tarda años en inaugurarse porque no se había contemplado la potencia eléctrica necesaria para entrar en funcionamiento.

En Málaga ocurre que los mercados municipales prometidos hace once años en Churriana y García Grana se hacen sin aparcamientos para usuarios, sin contemplar el sistema de recogida de residuos o sin carga y descarga, o que los pescaderos no cuentan con espacios en Atarazadas.

En el arreglo de la avenida José Calderón se echó el asfaltado antes de meter las tuberías. A los pocos días hubo que abrir el asfaltado para meter estas infraestructuras. La compactación de la nueva zanja fue deficiente por lo que desde el año 2003 este vial urbano se hunde anualmente con necesidad de rebacheos continuos.

En Málaga ocurre que se arregla una acera y a los pocos meses se levanta nuevamente para construir una nueva con el consiguiente despilfarro como en las calles Federico García Lorca y Maestro Vert.

En Málaga ocurre que en cada calle tenemos un acerado distinto, que la plaza del Siglo y del Carbón está desaconsejada por el pavimento colocado, que algunos bancos colocados en la ciudad no permiten que se sienten personas con movilidad reducida.

En otros casos se arregla el acerado por tramos de unos pocos metros. En la calle Félix Samaniego ocurre que se construye un nuevo acerado incumpliendo las ordenanzas de accesibilidad, no llegando a superar los 40 centímetros de anchura. Pero el despropósito municipal no queda ahí sino que además han dejado en mitad de las aceras las farolas que hace que los ciudadanos tengan que salir de la acera y transitar por la carretera.

Y un eterno caminar hacia la chapuza eterna como práctica del gobierno de la ciudad que ahora aspira a colocar un supermercado en la esquina de oro del Puerto de Málaga. Lo que si es una manifiesta estafa ciudadana es que el PP diga estar en contra de este proyecto ante los medios y sin embargo haya votado en varias ocasiones a favor en el Pleno del Ayuntamiento de Málaga. Innegable que el maestro Francisco Ibáñez creó escuela con sus personajes Pepe Gotera y Otilio pero los malagueños no somos personajes de comic.
Revista el Observador

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