La caída del muro 1979-2009



































Sobre el muro de Berlín se han originado mares de tinta y se han acabado con bosques completos. El hecho histórico lo merece y el hecho simbólico aún lo justifica más. Uno de los grandes sinsentidos del siglo XX quedó para el recuerdo imborrable de una ciudad, un país y un continente el 9 de noviembre de 1989.

La visita a Berlín lo hace prácticamente imperceptible veinte años después. Marcas en el suelo, el checkpoint Charlie, el museo y 1´3 km aproximademente de muro en las inmediaciones del río pero aún es una realidad de lo que somos capaces de hacer los seres humanos, el terror.

El concierto de Berlin con Pink Floid y otros en el años 1990 en conmemoración tuvo que ser brillante. "The wall", su muro personal, recogía el sentimiento que durante décadas habían vivido los alemanes y los países del este de Europa.

Berlín es una ciudad apasionante, aún en reconstrucción, aún cosiendo heridas, reinventándose.

Hoy siguen levantándose muros de intransigencia, contrarios a la solidaridad, de intolerancia, contra la igualdad, contra la justicia.

Ni mejores ni peores que cualquiera, hay algo que siempre me vinculó al socialismo español: la búsqueda inagotable de la libertad de la ciudadanía.

Pablo Iglesias y el PSOE, desde su fundación en mayo de 1879, eran los únicos que hablaban en nombre de los millones de españoles que no tenían nada. De la minoría que lo tenía todo había varios partidos en el congreso que defendían sus derechos y sus privilegios pero sólo un hombre luchaba por varios millones de trabajadores cuyo única posesión eran sus manos.

Felipe González, presidente del gobierno socialista, estuvo del lado de Helmut Kohl y de la reunificación alemana, y así se lo reconoce el líder alemán en su biografía "el único que desde el principio estuvo a nuestro lado".

González es ese gran hombre de estado, ese gran pensador socialdemócrata y constructor de la europa moderna. Al más puro estilo de Fernando de los Ríos, aquel que el PSOE había mandado junto a Anguiano en octubre de 1920 a Rusia para decidir sobre la adhesión del PSOE a la Internacional Comunista. De los Ríos preguntó a Lennin sobre la libertad de los ciudadanos a lo que la respuesta fue: libertad, ¿para qué?

Definitivamente en un Congreso a principios de 1921 el PSOE decidía no ingresar en la Tercera Internacional, surgiendo así el Partido Comunista de España. Un poco abreviado pero en síntesis fue lo que acabó ocurriendo, sin la libertad de los ciudadanos no tenía sentido la ideología socialista.

El orgullo de compartir ideas y una visión del mundo común.

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