La rentabilidad del corazón

Reincorporado a la acción política tras unos días desconectado hay cosas que no dejan de sorprenderme. Llegue "preocupado" por las desigualdades sociales y de oportunidades que se viven en la trastienda del mundo desarrollado. A sólo un pequeño trayecto de avión se regresa a la España de los cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Salarios miserables, condiciones de vida inhumanas, trabajo infantil pero con la esperanza de alcanzar poco a poco las mejoras de los estados del bienestar.

Tres días para replantear temas pendientes, programar tareas para los próximos meses. Tres días de encierro con el ordenador y lo primero que me llama la atención tras volver de mi semana fuera es el circo mediático montado en una pugna por la audiencia en las cadenas de televisión que se recrudece cada día más.

En la noche del viernes, en la sobremesa, en las mañanas de televisión, culebrones hasta la madrugada, programas y contraprogramaciones para tratar sobre la vida de famosos. Tertulianos, aliados y contrarios a personajes no por cuestiones de amistad o simpatía, por mérito u obra del personaje simplemente por una cuestión meramente económica y de interés.

Problemas familiares, de pareja, de salud salen a diario a la palestra, tratados con saña, con la voracidad que las hienas despedazan los cadáveres con el objeto de sobrevivir. Barbaridad tras barbaridad, cenicientas y princesas que surgen y desaparecen en las nóminas de entrevistas de los programas del corazón. Secretos, documentos privados que se cuentan para colgar una nueva medalla en el pecho de quien lo saca a la pantalla.

Mentiras y rumores sobre personas para seguir en nómina. Un nuevo opio para el pueblo que se comenta en trabajos, en la panadería o en los momentos de ocio con un cafe y una copa en la mano. Personajes que afuerza de consumir horas y días en la caja tonta pasan a ser de nuestra familia más íntima.

Acosos a la intimidad del famoso, en la puerta de su trabajo, de su casa. Reporteros a la caza de un comentario, de una mala mirada, de un empujón para obtener la gloria momentánea de cinco minutos de televisión. Rescato de mis recuerdos las imágenes de la persecución a Diana de Gales y sus trágicos resultados.

Hace años que nación un nicho de mercado, un yacimiento de empleo que parece inagotable y muy rentable. La última idea es revolucionaria. Los vecinos de los famosos son convocados a airear sus vidas, a sacar trapos sucios igual que durante un tiempo hicieron asistentes del hogar. y los cuidadores de sus hijos. ¿Qué harán ahora los jóvenes reporteros y paparazzis que se apostan ante la casa de los famosos sin poder competir con la cámara digital del vecino que espía tras las cortinas?

Lejos quedan las consultas del médico y las peluquerías en las que se amontonaban las revistas del corazón. El negocio se ha globalizado y cada uno administra sus tiempos ociosos como mejor sabe y place.



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