Mérida, Cáceres y Trujillo. Pasión por la historia



Hoy que pega el calor en Málaga me he puesto a ordenar carpetas en el ordenador. Suelo ir con demasiada prisa cuando tengo que descargar las fotos de la cámara digital. No las clasifico, ni les pongo sus títulos o nombres confiando en mi "joven" memoria. Habitualmente llevamos las dos cámaras. Una drástica solución, después de una experiencia en la que se perdieron más de 500 escenas, llenas de paisajes, olores y sabores irrepetibles. No bajamos de las mil fotos en cada salida. Sencillamente aterrador.

Viendo las imágenes de viajes recientes recuperaré algunas para contarlas en mi blog. No se preocupe el lector, que no pongo patatas fritas y aceitunas con el fin de aburrir a mis amigos. Cada uno tiene percepciones y gustos distintos. Suelo comprender y respetar, como no puede ser de otra manera, lo pesado que puede llegar a ser el relato detenido de unas vacaciones.

Un viaje inaplazable para un historiador, entendiendose como apasionado por los restos del pasado el que hasta entonces había pospuesto a Mérida. Tenía una estatuilla en el salón de casa que traída por una amiga me recordaba lo imperdonable de no ir a Emerita Augusta.

Impresionante recorrido por las tierras extremeñas y la breve incursión en el alentejo portugués. Tierra de conquistadores, de romanos, de fortalezas, del río y de sus llanuras fértiles. Tópicos que siempren encierran la realidad condensada en palabras.

Escapada al centro histórico de Cáceres y el de Trujillo en la mañana del primer día de 2009. Me despertaron los sentidos. Conozco centros históricos que se han conservado casi intactos en muchas ciudades de países de la vieja Europa.

Ciudades patrimonio de la humanidad con sus grandes monumentos o sus casas de piedra y calles empedradas ganaron la batalla del lugar privilegiado en la retina. Despertaron un miedo. Difícil se nos plantea la capitalidad cultural para 2016 ante el grado de conservación, limpieza y oferta cultural y patrimonial de Cáceres.

La lluvia y el frío intenso, la soledad del viento helado acompañaban el recorrer las piedras que formaron la historia de España. He disfrutado de numerosas escapadas, cada una digna de palabras de elogio que no llegan a rozar las percepciones del momento.

No voy a detenerme en cada una de las paradas ni fotografías que hicimos. Ni siquiera lo intento porque mi paciencia tiene el límite de las palabras que conozco. Sólo una recomendación: si no conocéis aún estas maravillas que la historia ha conservado preparad la mochila y difrutad del pasado.

Comentarios