Disculpe el señor pero estamos en tiempo de cambios

La globalización económica en años de bonanza apuntaba a la necesidad de implementar medidas que supusieran un avance social con movimiento como "otro mundo es posible". Es evidente que la crisis económica de los últimos años ha degenerado en un ataque a las políticas del bienestar en toda Europa. Los mercados han marcado una senda en la que el perjudicado es el ciudadano y las expresiones y manifestaciones de la nueva realidad se observan en las medidas adoptadas y en el desconcierto social.

La especulación se ha hecho dueña de la vida de los ciudadanos con objeto de multiplicar los beneficios. Quizás el ejemplo más evidente de esta voracidad desmedida y sin control se está dando en el control de la venta de productos básicos y en la escalada de los precios del petróleo. Intermon Oxfam denuncia en un informe presentado recientemente como la crisis financiera está tapando una crisis en los precios de alimentos. Se ha generado una concentración en grandes empresas de producción y comercialización de alimentos como estrategia para conseguir beneficios disparatados a costa de tener un desproporcionado del precio del trigo o del maiz. La realidad se impone a los mercados y casi tres mil millones de personas, la población más pobre del planeta, dedica en estos momentos el 80 % de sus ingresos a la alimentación.

Pero toda crisis encierra una necesidad de cambios, de adaptación, de transformación. Nos abren obligatoriamente un camino de reflexión a los ciudadanos que deben materializarse en oportunidades. El poder político es la voluntad de la ciudadanía, el poder económico no deja de ser un dictado de unos cuantos que se escapa a los controles. Es momento de la política y de la ciudadanía, es momento de derechos y avances al servicio de los ciudadanos, hay que sacar las conclusiones compartidas que abran nuevos espacios. No podemos ni debemos renunciar como ciudadanos a gobernar la economía, los mercados y su globalización.

No hay momento para el retroceso. Es el tiempo del avance en forma de medidas compartidas desde los gobiernos, desde las instituciones internacionales. Los ciudadanos siguen hablando, ya sea a través de revoluciones pacíficas pidiendo democracia en países del norte de Africa, ya sea en las urnas en los países democráticos, expresando su descontento en cada contienda electoral contra los partidos en el gobierno. En España hemos tenido tanto la respuesta en las elecciones del pasado día 22 de mayo como en las concentraciones en las plazas de municipios de toda España con las acampadas del 15 M. Los ciudadanos quieren ser escuchados y quieren participar activamente en las decisiones que adoptan sus gobiernos. Los políticos representan a los ciudadanos y no a los mercados, ni a los intereses de la especulación económica. 


Mucho se ha escrito sobre la respuesta de la socialdemocracia a la realidad actual. Ahora más que nunca se necesitan de los partidos que colocan al ciudadano en el centro de su acción de gobierno. No se entiende que la izquierda política pueda dar la espalda a los que nos necesitan, a los que esperan una reacción a sus demandas, ya que saben y somos conscientes que cualquier avance real siempre ha venido de nuestra mano. 

Cierto que no somos una isla y que las estrategias deben ser compartidas ante políticas que excede de un marco físico como el español. Pero también nos toca como PSOE materializar el cambio en España y lo podemos hacer en forma de medidas y propuestas directas a los ciudadanos en la Conferencia Política de septiembre. En cuanto a nuestro modelo de organización interna más participativo y abierto al ciudadano hay que avanzar en el Congreso Federal ordinario que se celebrará tras las elecciones generales de 2012.
Es nuestra obligación con los ciudadanos y con la socialdemocracia europea ser avanzados en nuevas políticas, en nuevas estrategias de organización, tenemos la oportunidad y tenemos un compromiso con nuestros 132 años de historia.

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