Todo lo que tengo lo llevo conmigo. Herta Müller

Retomo como todos los meses de agosto la tradición de recomendar algunas de mis lecturas recientes.

Herta Müller, premio Nobel de Literatura 2009.
Título: Todo lo que tengo lo llevo conmigo.
Sobre la experiencia individual de un joven alemán rumano que tras la segunda Guerra Mundial es internado en un campo de trabajo soviético.

El libro como la historia que narra no son sencillos. Es un texto duro, complejo y agotador al tiempo que se convierte en una gozada del lenguaje y de la sensibilidad. Nadie se engañe que sus 270 páginas no son una obra de las que se lee en un par de tardes.

En cada capítulo de unas pocas páginas la autora consigue crear imágenes tan duras y profundas como inolvidables, despertando reflexiones sobre el comportamiento humano, siendo un relato de las circuntancias en las que fueron tratados las personas internadas en ese tipo de campos de prisioneros (el hambre, el paso del tiempo, el valor de la vida y de la muerte, la esperanza)

Aunque no suelo hacerlo, paso a recoger al ángel del hambre que crea el personaje de Herta Müller. Una figura creada que pervivirá en el tiempo.

Y llega la noche. Y todos regresan del trabajo. Y todos se meten en el hambre... Nosotros somos el catre para el hambre. Todos comemos con los ojos cerrados. Alimentamos al hambre durante toda la noche...Yo como un corto sueño, después despierto y engullo al siguiente, igual de corto. Un sueño es igual a otro, se come.

Un continuo en el relato tan siniestro y revelador de sopa de col y mondas de patatas de los desperdicios. Perdurable como la cuna del hambre de "Nanas de la cebolla" de Miguel Hernández de la posguerra o, en el tiempo presente a las realidades de muchos países y millones de ciudadanos en el mismo momento que tecleo. Una plaga, un mal que consume a las sociedades desarrolladas, una llaga abierta en el corazón de la civilización.
Sencillamente terrible.

No sólo recomendable sino esencial

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