Sentando cátedra


Sentando cátedra desde mi despacho me he convertido en el magnífico “izquierdista de café” que siempre soñé. De los que gusta hablar y dar lecciones de pensamiento leninista a mis conciudadanos. Adoctrinando a aquellos que no les queda más remedio que escucharme sin oirme.

Militante destacado de organizaciones minoritarias de izquierda en la que expulsar era sinónimo de mantener la pureza que nos llevó a la extinción. No importaba. El motivo para la depuración era lo de menos. Siempre quedábamos los mejores, los elegidos, la élite. Siempre alejado de la chusma, del vulgar. Sin salir del círculo que me adora. Siempre me entrego para mis iniciados.

Sigo cultivando el gusto por las reflexiones sobre lo divino y lo humano, haciendo juicios de valor y rastreando las fuentes para retorcerlas hasta que digan aquello que pienso. Paso a la historia por mi brillantez frente a la mediocridad de aquellos que se implican en transformar las cosas. No descarto votar al PP en mi deriva tan ideológica como de principios.  Mi motivación mi discurso antisistema. Mi rencor al PSOE. Quizás deba cambiar las lecturas de Vladimir a las visiones de Pio Moa para reafirmar mis convicciones.

Juzgo sin conocer, de oídas a lo sumo. No lo necesito. Tengo claro que nada aportaré. Ni a nada ni a nadie. La sabiduría reside en mí. Hablo para escucharme, sin pararme a pensar si lo que digo algo aporta  o si a alguien interesa. Paso sin pena alabando mi gloria. 

Lo decidí o quizás lo decidieron por mí. Otros militantes destacados dieron el paso a implicarse, a comprometerse en el cambio social necesario. De mi partido integrado al demonio del PSOE algunos llegaron a ser alcaldes, parlamentarios. Vendidos al capital, al poder. Engañando a los ciudadanos que ignorantes votan en las elecciones.
Mi super ego y yo seguimos sentando cátedra desde el despacho viendo  a NOS el sueldo llegar. Criticando a los socialistas por lo que han hecho, por lo que hacen y por lo que harán. Jamás reconoceré mérito alguno, ni historia de los miles de comprometidos que dieron su vida por la España de la que disfruto, de sus avances. Las mejoras sociales llegaron solas. 

Me miento, me engaño, no doy mi brazo a torcer. Quiero una nueva oportunidad para demostrar mi increible teoría, mi insoportable verdad. Sólo sé que Dios ha muerto, Karl Marx ha muerto y yo no me encuentro muy bien.


Dedicado a aquellos, algunos pocos, que desprecian la historia de hombres y mujeres que se comprometieron con un partido que, con el mismo objetivo que llevó a su fundación en 1879 aunque con distintos métodos, pretende la transformación social, basando sus vidas en la libertad, la igualdad, la justicia y la responsabilidad.

Como escribió Neruda:

Este es el último dolor que ella me causa 
y estos son los últimos versos que yo le escribo.

Comentarios

José M. Trujillo ha dicho que…
Sergio, enhorabuena!!! que sepas que es una entrada que recomendaré, sin dudas, a muchos de los catedráticos de los que hablas y que alguno conozco.

SALUD!!