Gana Camps pierde la ciudadanía

Rajoy y los vendedores de tila han dado un hachazo a la credibilidad de los ciudadanos en la clase política. No son 48.000 euros ni dos collares o un abrigo de pieles. Ni siquiera es una relación de "amiguito del alma", ni "tenemos que hablar de lo bonito que es lo nuestro", es la confianza la que realmente sale dañada.

Es la confianza de los ciudadanos en nuestro estado de derecho, en las instituciones y en las leyes que nos hemos dado. Una vez que ésta se rompe, dificilmente tendrá nunca arreglo, ni remiendo posible.

Las acciones y declaraciones de los dirigentes del PP sobre el caso Gurtel dicen mucho de la catadura moral de un partido que aspira a gobernar nuestro futuro. Entre latas de sardina y el pago de sus trajes por el señor Camps han sido un insulto continuo a los ciudadanos españoles, a su inteligencia, a justificar a los 8 millones de euros de fondos públicos en una trama corrupta, auspiciada por personas vinculadas al PP.

Las palabras del auto del Tribunal Superior de Justicia Valenciano no se sostienen ni en el papel en el que han sido impresas. Si la justicia es ciega, no debiera serlo tanto. El sentido común tras oir las grabaciones efectuadas y el resto de las evidencias de la intrucción hacen necesaria que en este caso se haga justicia con mayúsculas o se abra la puerta a regalos millonarios para obtener contratos.


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