Mariano José de Larra

Día de Difuntos de 1836

"Vamos claros, dije yo para mí, ¿dónde está el cementerio? ¿Fuera o dentro? Un vértigo espantoso se apoderó de mí, y comencé a ver claro. El cementerio está dentro de Madrid. Madrid es el cementerio. Pero vasto cementerio donde cada casa es el nicho de una familia, cada calle el sepulcro de un acontecimiento, cada corazón la urna cineraria de una esperanza...

-¡Necios!- decía a los transeuntes-. ¿Os movéis para ver muertos? ¿No tenéis espejos por ventura. ¿Ha acabado también Gómez con el azogue de Madrid? ¡Miraos, insensatos, a vosotros mismos, y en vuestra frente veréis vuestro propio epitafio! ¿Vais a ver a vuestros padres y a vuestros abuelos, cuando vosotros sois los muertos? Ellos viven, porque ellos tienen paz; ellos tienen libertad, la única posible sobre la tierra, la que da la muerte; ellos no pagan contribuciones que no tienen; ellos no serán alistados, ni movilizados; ellos no son presos ni denunciados; ellos, en fin, no gimen bajo la jurisdicción del celador del cuartel; ellos son los únicos que gozan de la libertad de imprenta, porque ellos hablan al mundo. Hablan en voz bien alta y que ningún jurado se atrevería a encausar y a condenar. Ellos, en fin, no reconocen más que una ley, la imperiosa ley de la Naturaleza que allí los puso, y ésa la obedecen."

La lectura de los artículos periodísticos de este escritor de principios del siglo XIX es un lujo. Su visión desgarradora de la situación social de la España de la época y su espíritu crítico no te deja impasible y son capaces de arrastrarte desde sesudas reflexiones hasta la carcajada profunda en un mismo párrafo, en una misma línea...

Aconsejables: Vuelva usted mañana, Día de Difuntso de 1836 o el Banquete.