Un 14 de abril

Colaboración para la Asociación Memoria Histórica de Málaga en el manifiesto leído en  el cementerio de San Rafael ell día 14 de abril

Te me mueres de casta y de sencilla:
estoy convicto, amor, estoy confeso
de que, raptor intrépido de un beso,
yo te libé la flor de la mejilla.

Yo te libé la flor de la mejilla,
y desde aquella gloria, aquel suceso,
tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
se te cae deshojada y amarilla. 


Estas estrofas pertenecen a un poema de Miguel Hernández. Hace unos días se cumplió el 70 aniversario de la muerte de este poeta encarcelado. Miguel Hernández fue asesinado por sus ideas. Su ejecutor la enfermedad del hambre y la miseria de las cárceles franquistas. Pero no se cumplió el objetivo de los que intentaron silenciarlo. Miguel Hernández pervive en sus escritos y en nuestra memoria como poeta del pueblo.

En aquel mismo año de 1942, ingresaron en la Prisión provincial de Málaga más de 1.200 hombres y 500 mujeres. No hay datos otros detenidos que fueron a parar a campos de concentración como los de la Aurora, Torremolinos o Churriana. Su delito  fue su compromiso con la libertad y la democracia de la segunda República española

También en ese año de 1942 más de un cien malagueños fueron asesinados según datos de los archivos de la Prisión provincial de Málaga. El delito por el que murieron el tener ideas republicanas. Es un hecho, que tres años después de haber finalizado la Guerra Civil, se siguió matando en Málaga.

Pero al igual que le ocurrió a Miguel Hernández, Málaga se sembraba de otros crímenes de la posguerra: el hambre y la miseria. Epidemias de enfermedades como el tifus, la tuberculosis o las gastroenteritis. Fueron miles de malagueños de las clases humildes y trabajadoras los que murieron ese año también como consecuencia de la Guerra Civil.  Sus crímenes también intentaron de ser silenciados por las autoridades franquistas. 

Y es que el propio Franco siempre tuvo muy clara su condena a los españoles:
“No es un capricho el sufrimiento de una nación en un punto de su historia¸ es el castigo espiritual, castigo que Dios impone a una vida torcida, a una historia no limpia”.

Pero ese pensamiento negro que sembró de luto España distaba mucho de estas otras palabras escritas en 1912 por Fernando de los Ríos, ministro de la Segunda República.

Entonces, ¿Qué pedimos además de Libertad y Democracia?
Exigimos esto tercero.
Exigimos que el Estado intervenga para que las condiciones económicas de los que van a luchar y a contratar no sean desiguales radicalmente, como lo son hoy, sino que estén en un relativo pie de igualdad; de suerte …
que no dejan atrás tras de si a nadie en el desamparo y en la miseria, que se den por ley condiciones a todos los hombres para participar de la vida política… aseguren la participación en el consumo de los bienes económicos a todos los hombres igualmente.

Y es que 100 años después, sus palabras tienen toda la vigencia en el día de hoy, tanta o más que cuando se escribieron.

Esa ideología compartida llenó un 12 de abril de 1931 de votos republicanos las urnas y alegría las calles de aquella España. La alegría de la esperanza, de ciudadanos que creyeron en el derecho a la libertad del ser humano, de los que defendían la igualdad de oportunidades, las posibilidades de una justicia con independencia de la procedencia social o de la riqueza de nacimiento. De los que creyeron en una España mejor para todos.

Esos valores de la Segunda República siguen vigentes ante los fantasmas de las ideologías de la diferencia que regresan. No estaban en el pasado, estaban esperando una oportunidad. Y se hacen vigentes bajo la capa de la crisis, escondidos en supuestas normas de mercados. El esclavismo de recortes sociales, de desigualdades que dejan sin derechos a los que menos tienen.

La situación actual no hace más que ratificar que el proceso de dignificación de la Segunda República no ha hecho más que comenzar. Que los avances logrados con tanto sacrificio por las personas humildes a lo largo de la historia de España están en riesgo.

Y es el mismo riesgo que amenaza la labor que han desarrollado las asociaciones y familiares que recuperan la memoria histórica. El trabajo puede caer en el consentido olvido de los recortes, de lo que no es necesario, de lo prescindible  que ha sido para algunos el rescatar a los que un día dieron su vida por España.

Podemos verlo a diario, como frente a los avances en la búsqueda de la justicia, se reciben contraataques con dentelladas feroces de odio y revanchismo desde supuestos tertulianos en televisiones y articulistas de la prensa escrita. Nuevamente se intenta imponer su criterio a los ciudadanos manipulando y engañando. 

El juicio a Baltasar Garzón ha servido para destapar ese rencor de algunos que han elevado el grito al cielo. Les ha molestado que 75 años después, los tribunales españoles recojan una ínfima muestra de la injusticia que descansa en cementerios como éste, en fosas perdidas y en cunetas sin nombres. Un juicio que ha dejado al descubierto la importante carga política que lo motivó.

Pero la justicia universal, la defensa de los derechos humanos no van a ser parados a golpe de sentencias.

Para la libertad sangro lucho y pervivo, mis ojos y mis manos como un árbol carnal generoso y cautivo doy a los cirujanos… porque soy como el árbol talado que retoño y aún tengo la vida. 

Hoy como otros 14 de abril del pasado y del presente, nos juntamos aquí, en este cementerio de San Rafael, convertido en lugar de memoria para rendir homenaje a los que un día defendieron la libertad, la justicia y la igualdad.

Pero el trabajo realizado no ha hecho más que comenzar para dignificar sus nombres, sus historias personales y sus valores colectivos. Valores que estaban alineados con los de una sociedad democrática y que distaban mucho de los de la posterior dictadura.

Atesoraban los votos de los ciudadanos, eran los representantes de la voluntad democrática libremente expresada. Hoy, 76 años después del golpe militar, pese a los 34 años de Constitución española, vemos como en calles y plazas siguen existiendo y burlando el tiempo los símbolos creados por el franquismo.

Símbolos que en nada engrandecen a la democracia y la constitución. Una simbología política de una dictadura militar que intentaba legitimarse ante los ciudadanos. Como no tenían los votos de la libertad intentaron imponer su Victoria. La legitimidad que no les habían dado los votos la impusieron con la sangre. La dictadura que planificó la exterminación del diferente mediante la represión, el miedo y el silencio al pueblo español. Esa simbología era el recordatorio a los españoles en los espacios públicos de cómo se había originado esa nueva España.

La Ley de la Memoria Histórica si bien pudo haber sido más ambiciosa, ha quedado en una aplicación defectuosa. Muchos han sido los ayuntamientos españoles, cuyos alcaldes se han negado a llevarla a su aplicación. Recientemente hemos asistido a hechos sorprendentes como el someter a consulta ciudadana el eliminar “del caudillo” del nombre de un municipio.

No menos sorprendente ha sido sustituir el nombre de Rafael Alberti de un teatro municipal en una provincia cercana. Y es que la memoria incomoda. Y el derecho a conocer la verdad parece que arremete contra el deseo negro de algunos. Pero
Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.

Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.


Por eso familias, administraciones públicas, investigadores, universidades y la sociedad española en general debemos seguir en este camino que definitivamente haga el trabajo que una sociedad democrática necesita: Esclarecer los hechos, aprender del pasado para que éste nunca se repita. Concienciar de la importancia que tuvieron aquellos hombres y mujeres que intentaban la defensa de sus derechos y aspiraciones por mejorar sus vidas y que acabaron por convertirse en las primeras víctimas de las ideologías excluyentes del fascismo y el nazismo que sembraron de millones de víctimas Europa y el mundo.

Y que, hasta el año próximo, en el que ya quedamos aquí citados, nuestra labor seguirá siendo como en el poema de Benedetti defender aquella alegría republicana que inundó las calles de la Málaga. El compromiso mantenido año tras año con la esperanza de un 14 de abril de 1931.
 Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
Defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía


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