Las recetas de pago para una crisis

Las recetas de pago para una crisis

Colaboración con www.malaga101.com

Los avances científicos y técnicos han contribuido a cambiar nuestra sociedad. Afortunadamente poco tiene que ver la situación alimentaria, higiénica o sanitaria de la España de la primera mitad del siglo XX con el presente. Aunque en los tiempos que corren no está demás tener a la vista las páginas del “Arbol de la ciencia” de Pio Baroja.
Atrás quedaron los puestos de socorro desabastecidos del material más elemental y los médicos de la beneficencia, mal pagados y sin medios para atender a sus enfermos. Hace décadas que la esperanza de vida en España supera los cincuenta años hasta llegar a los ochenta.
Muy distinta es la España actual de la que forjaron las generaciones precedentes de mis padres y abuelos. Derechos adquiridos a fuerza de protestas de los que solo tenían su voz. Si hay algo de lo que podemos sentirnos especialmente orgullosos es el grado de desarrollo que la atención médica que ha alcanzado en nuestro país en los últimos 35 años.

Ahora le llega el turno a la marea de batas blancas. Truenan las voces del personal sanitario que en España ha tomado las calles para defender una sanidad pública para todos. Igual que lo hicieron las camisetas verdes por la educación pública o las togas negras de abogados por la justicia para todos y contra las nuevas tasas. La investigación y las universidades viven la incomprensión de los ataques que sufren por parte del Gobierno. Despiadados hachazos a los que deberían ser pilares fundamentales en la salida de la crisis, la investigación, la innovación y el desarrollo. Una nueva inquisición recorre España.
Camuflados en los recortes del Gobierno de Rajoy hay un retorno al pasado. Una vuelta atrás que afecta a personas con menores rentas. Desde medicamentos esenciales que pasan a estar excluidos de nuestro sistema, el empujón al abismo para personas inmigrantes que quedan sin atención ante la enfermedad o los recortes en la prueba del talón para detectar enfermedades en los neonatos.
La privatización de servicios y de hospitales pasa a formar parte de la cartera de negocios de empresas, algunas directamente relacionadas con los que gobiernan y adoptan las decisiones. Sacar tajada de la privatización de la sanidad pública era un bocado tan apetecible como impopular. Pero ahora es posible utilizando la coartada de la crisis y el “para esto no hay dinero”.
Ha quedado demostrado en la Comunidad de Madrid que el coste por cama hospitalaria acaba siendo más gravosa para las arcas públicas que cuando su gestión es pública. Pese a ello, en Madrid, el PP se compromete que, para el 2013, va a cobrarles un euro por receta a los ciudadanos, va a privatizarle 6 hospitales y hasta 27 centros de salud. El negocio está en marcha, suenan los euros. La atención sanitaria se resiente. Las lamentaciones se escucharán tras los muros de los hospitales y hasta en las sedes parlamentarias.
La nueva noticia ha surgido de una filtración, de un globo sonda lanzado en los pasillos del Congreso para que la ministra Ana Mato evite las preguntas. Ana Mato teme al molesto debate parlamentario y acumula hasta 30 peticiones de comparecencia en el Congreso de los Diputados para dar la cara y explicar sus recortes sanitarios. El borrador, que se discutirá el próximo 20 de diciembre, propone nuevas medidas, nuevas condenas a los enfermos con nuevos pagos por servicios como el transporte en ambulancia o las prótesis externas. Las Comunidades del PP apoyarán estas medidas mientras sus ciudadanos las soportan.
En el caso de las ambulancias han establecido que 5 euros es la cantidad que por trayecto deberá pagar una persona que necesite acudir por ejemplo a la diálisis. Hagamos la sencilla cuenta. Ida y vuelta diez euros, tres veces por semana treinta euros, por cuatro semanas hace un total de 120 euros. Dentro de la indignidad, la improvisación y la falta de rigor constante en materia de política sanitaria del PP, cabe preguntarse si se establecerán descuentos o pago en cómodos plazos. Quizás haya que pagar la gasolina de la ambulancia entre todos y pasar la gorra para el sueldo del conductor mientras a los grandes defraudadores fiscales se les amnistían como a reyes.
No quisiera estar la ministra del PP en la piel de un pensionista, que para 2013 le han quitado la paga compensatoria, quizás tenga que pagar un euro por receta, hacer frente al repago de medicamentos y pagarse los otros medicamentos que han excluido del Sistema Sanitario como los protectores de estómago. De subidas de IVAS, IBIS, la electricidad o la gasolina mejor no hablamos.

Parece poco alentador que en España bajo el paraguas de la crisis algunos sigan haciendo negocio a costa de las desgracias humanas, desahucios incluidos. En España hemos operado por encima de nuestras posibilidades. Ahora podrán decir aquello de que abusamos de las muletas y los audífonos. Quien necesite la prótesis que se la pague mientras Ana Botella acude a la peluquería con 2 coches oficiales. Los inmigrantes colapsan la sanidad y por eso los dejamos fuera del sistema sanitario.
El argumentario no tiene más límite que el papel que lo soporta. La ligereza de quien aplica medidas sin escrúpulos contra los ciudadanos, escondiendo que lo hacen para engordar las cuentas de resultados de sus negocios. El PP manda, los derechos sociales y ciudadanos retroceden.

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